Josh —que prefiere mantenerse en anonimato por motivos de seguridad— tiene 22 años, pero lleva desde su infancia pensando que había un "fallo" en elle. Fue a un colegio religioso y a menudo sentía que "no encajaba".
Lo pensaba cuando, antes de la clase de educación física, separaban a los alumnos por vestuarios. También cuando se ponía el uniforme, con falda y polo, y escuchaba como le llamaban "niña" o "guapa".Â
"Me incomodaba muchísimo… y cuando aparecían las típicas conversaciones sobre qué quería ser de mayor, yo siempre me imaginaba asemejada a un chico y llevando ropa 'masculina', pero claro… ¿Cómo iba a saber qué era lo que me pasaba si no conocía los términos?", cuenta en conversación con ENCLAVE ODS.Â
Criada en un entorno católico y educada en un centro con los mismos valores, Josh creció en una familia que "censuraba" sistemáticamente toda la información que hiciera referencia a la diversidad sexual y la identidad de género, ignorando por completo que, efectivamente, había palabras que le definían.Â
"Desconocía que existiera el término trans, así que creía que no me quedaría más remedio que identificarme como chica, aunque me incomodase", recuerda. Lo mismo le sucedía con su orientación sexual, cuando sus compañeras comenzaban a fijarse en chicos y ella no se sentía atraída por ninguno.Â
"Me comencé a fijar en una chica de otro curso, se lo conté a la que era mi única amiga del cole y ella mi miró extrañada. Acto seguido me preguntó que si era lesbiana, y yo no sabía ni lo que era eso", rememora Josh.Â
Al día siguiente, toda su clase y la de la chica que le gustaba se enteraron de lo que Josh le había contado a su compañera, y empezaron a llamarle "bollera". Pero la maldad de los niños muchas veces también se extiende a los adultos, y fue ahí cuando comenzó su infierno.Â
"Eso, juntado a los rumores que circulaban en el colegio sobre lo que yo era, hizo que mis padres me sacaran a la fuerza del armario. Me confesé como chico trans cuando tenía 16 años y estaba en 1º de bachillerato. Me quedé sin amigos y me tuve que cambiar de instituto", confiesa.
A pesar de la privación de información desde que era pequeña, Josh —que ahora se identifica como persona no binaria y bisexual— nunca dejó de ser quien era. Aunque el precio que tuvo que pagar fue muy caro.Â
Los continuos abusos físicos, verbales, psicológicos, así como varios intentos de secuestro por parte de sus padres, le llevaron a huir de su casa en cuanto cumplió la mayoría de edad.
"Tuve que irme a vivir con la familia de la que entonces era mi pareja, a la que mis padres amenazaron de muerte. Estuve allí durante cuatro años, hasta que finalizamos la relación y tuve que buscarme otro sitio, lo cual fue imposible porque no tenía la nacionalidad española ni experiencia laboral", relata.
Con una mano delante y otra detrás, y nada más que con el poco dinero que había conseguido haciendo retratos e ilustraciones como "hobby", Josh se quedó en la calle.
Pero en marzo de 2024 consiguió plaza en uno de los hogares de la Fundación Eddy-G, un recurso destinado para todas aquellas personas que, al igual que Josh, han quedado desamparadas por el mero hecho de existir.
Desde la entidad apuntan a que más de 1,7 millones —aproximadamente el 40%— de personas que se encuentran en situación de sinhogarismo pertenecen al colectivo LGTBIQ+.
Por eso, desde 2016 cuentan con el primer hogar de acogida en España para jóvenes de entre 18 y 30 años que han sido víctimas de violencia familiar, bullying o cualquier forma de LGTBIQfobia y están en riesgo de exclusión social.
A sus puertas fueron a parar gente como Josh, pero también como Angelo, un joven italiano de 35 años que, en 2023, encontró en este centro de acogida la "puerta de salida" a sus problemas económicos y depresivos.Â
Llegó a España cuando tenía 28, escapando de una situación que describe a ENCLAVE ODS como "muy difícil", ya que su familia nunca aceptó que fuera homosexual. "Mi padre no me hablaba, tampoco tenía la confianza ni el apoyo de mi madre… y así es difícil salir adelante", cuenta.Â
Sin embargo, ahora asegura que desde la fundación le ayudaron tanto que para él resultó casi "un milagro". "Te ayudan a aceptarte, a comprenderte, y a compartir tus vivencias con gente que está o ha estado en una situación similar a la tuya".Â
Lo mismo suscribe Josh, que recuerda "muy agradecide" todo lo que hicieron por elle. No sólo ofrecen acompañamiento psicosocial y grupal, sino que imparten talleres semanales y realizan excursiones para ayudar en la socialización y el contacto con una nueva realidad para los usuarios.Â
Así lo reseña Paula Avilés, trabajadora social de la Fundación Eddy-G, que afirma que los perfiles que llegan hasta ellos "vienen con una gran carga emocional".
"Esto no consiste solo en proporcionarles un alojamiento, sino que también hay que trabajar mucha parte a nivel psicológico, a nivel laboral, formativo… Hay que tener en cuenta que la mayoría son migrantes, y hay que tratar esa parte de regularizar la situación administrativa, el que tengan acceso a la atención sanitaria…", explica Avilés.Â
Actualmente, Fundación Eddy-G cuenta en Madrid con dos hogares, de cuatro y ocho plazas respectivamente, atendiendo alrededor de a 26 y 27 personas anualmente.Â
La estancia máxima es de un año. Josh completó el curso y, por su parte, Angelo abandonó el centro a los ocho meses. Pero gracias a haber habitado entre esas paredes, ambos consiguieron una segunda oportunidad para "empezar de cero" y lograr "una nueva vida".Â
Actualmente, los dos cuentan con un trabajo estable, un hogar y un entorno seguro. Angelo, incluso, ha podido recuperar la relación que tanto añoraba con su familia, porque en Fundación Eddy-G también le enseñaron "a perdonar".Â
Conocedore de que, por desgracia, aún hay gente que pasa lo mismo por lo que pasó, Josh quiere acabar con un mensaje de esperanza para "todes elles".
"Aunque parezca que todo está oscuro y que no hay más opciones, lo único que se puede hacer desde tan bajo es ir hacia arriba. Hay muchas personitas como nosotres que están pasando por el mismo duelo silenciosamente y que no saben que, posiblemente, una ayuda como la que ofrece Eddy-G está a su alcance", finaliza.
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Articulo original: https://www.elespanol.com/enclave-ods/referentes/20250805/angelo-josh-huyeron-casas-sobrevivir-millones-personas-sin-hogar-pertenecen-colectivo-lgtbi/1003743873652_0.html