Hola, me llamo Nico, y quiero contaros mi primera experiencia homosexual. Es totalmente real y me gustaría que la comentaseis. ¡Gracias!
Siempre he sido un chico bastante tímido, por eso nadie le dio importancia a que decidiera dejar de ducharme con mis compañeros de clase y esperara a que ellos terminaran para entrar. Sin embargo, no fue por timidez, lo hice porque había comenzado a sentirme realmente raro. No podía dejar de mirar cómo se cambiaban, cómo se enjabonaban tan despreocupadamente... me excitaba ver a mis amigos desnudos!! Cuando lo descubrí, me sentí tan mal que no sabía qué hacer, preferí alejarme de todos y tratar de que eso dejara de pasarme. Pero no lo conseguí... y mucho menos desde que vino Javier, el nuevo profesor de gimnasia.
Tenía unos 27 años, era increíblemente alto y fuerte, y tenía unos ojos azules que resaltaban su piel y pelo morenos. Todas las chicas de clase comenzaron a comentar lo bueno que estaba, y yo me sonrojé pensando que estaba totalmente de acuerdo con ellas. Claro que yo entonces no conocía su personalidad....
Desde que se fijó en mí (tirando a delgadito, no muy alto... vamos, no nací una estrella para los deportes!) me hizo la vida imposible: se burlaba de que conseguía los mismos resultados que las chicas, que era un “rubito fragilucho”, que parecía una niña... Como iba yo más tarde a los vestuarios que mis compañeros, siempre me mandaba recoger todo el material, y le gustaba arrinconarme en el gimnasio para meterse conmigo. Un día de tantos, me aprisionó entre la pared y su cuerpo, y me dijo susurrando con esa masculina voz que tanto me atraía: “A tí te van los tíos, ¿no?” Yo me quedé helado. Supongo que mi cara tuvo que ser ridícula, porque a él le dio por reírse a carcajadas. “Vaya, vaya, en realidad sí que estas hecho toda una niñita...” y entonces... ¡¡me agarró del culo!!
Yo me sentí totalmente humillado, sabía que el era hetero y sólo se estaba riendo de mí, así que le mandé a la mierda y traté de empujarle. Él me sujetó, y me agarró la cara con su mano. “¿Y si te beso ahora, qué?” Cuando sentí que se echaba sobre mí no me lo podía creer. Su cara rozó la mía, sacó la lengua y me lamió los labios, para después atraparlos con los suyos. Yo no tenía nada de experiencia (y ya tenía 16 años...), y cuando dejé que introdujera su lengua en mi boca me sentí realmente extraño. El empezó a reírse, y me soltó: “Realmente, besarte es como besar a una cría.” Aquello me molestó, y me lancé a besarle con más ganas. Puso cara de sorpresa, pero luego continuó explorando mi boca, mientras me acariciaba el pecho y el vientre.
Mi cuerpo temblaba excitado al sentir sus manos bajo mi camiseta, él llevaba el ritmo y poco a poco me iba calentando besando mi cuello, agarrándome el culo para pegarme más a su cuerpo, incluso atreviéndose a levantarme la camiseta para lamer y mordisquear mis pezones. Yo me abrazaba a su potente cuerpo, sin poder evitar gemir como una zorrita cada vez que se atrevía a acariciar mi miembro sobre la ropa. Me moría de ganas de llegar hasta el final...
Entonces paró. “Tus compañeros deben estar esperándote”. Me quedé de piedra, y él se echó a reír al oír el gruñido de frustración que solté sin querer. ¡Aquel cabrón me había calentado sólo por provocarme!
Me revolvió el pelo con sus grandes y fuertes manos, y me dijo: “Tranquilo, que este entrenamiento lo terminamos... y quizás te haga falta alguno más”.
No hace falta decir que, desde entonces, tuve algún que otro “entrenamiento” con él, y creedme que a partir de ahí comencé a apreciar más los deportes!!
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Espero que os haya gustado, si queréis que os cuente más cosas sobre mi relación con Javier, dejad comentarios!!!!
El Autor de este relato fué Nico_123 , que lo escribió originalmente para la web https://www.relatoscortos.com/ver.php?ID=13597&cat=craneo (ahora offline)