No sé si soy así desde que él comenzó a jugar a dominarme, o si él empezó con aquellos juegos porque sabía que me gustaba... Lo que tengo muy claro es que me encantó que me sometiera y me tratara como una putita. Soy así, me encanta ese tipo de relación... y lo descubrí gracias a él.

Al principio sólo era el hermano mayor de mi mejor amigo Javi. Y como iba muy a menudo a su casa, terminé por entablar algo de relación con él. Bueno, era bastante mayor y no hablaba mucho, así que me intimidaba bastante, pero a veces, si no estaba mi amigo, me quedaba en su casa para echar una partida a la play con el mayor, Oscar.

De vez en cuando me miraba algo raro, y me solía preguntar si tenía experiencia o no con alguien, pero a mí me costaba imaginarme que realmente yo le pudiera interesar. Hasta que sus gestos se fueron haciendo más evidentes: alguna mirada lasciva, algún que otro abrazo en mi cintura... Yo me sentía muy confuso, pero siempre he sido muy tímido y no me atrevía a decir nada. Javi, por supuesto, no tenía ni idea de mi extraña relación con Oscar, aunque le sorprendía que pasara ratos con él.

Cuando Javi se fue a un campamento en verano, seguí yendo a su casa para estar con Oscar, y al final terminé por quedarme una semanita viviendo allí. Una noche salí de la ducha y me encontré con él cuando todavía sólo iba vestido con una toalla en la cintura, y me secaba con otra el pelo. Me miró de arriba abajo, se mordió el labio inferior, y me empezó a frotar el pelo con la toalla. Me sentía avergonzado, porque me sentía como un crío pequeño... y lo peor es que me encantaba que él estuviera frotándome el pelo...

Siguió secándome el resto del cuerpo: el cuello, los hombros, los brazos... Me puse algo nervioso, viendo cómo me sonreía mientras seguía secándome el pecho, el vientre, la espalda... ¡Y entonces empezó a agarrarme el trasero por encima de la toalla! Me quedé paralizado por la sorpresa, y me estremecí al sentir cómo empujaba la suave tela para que se me metiera entre las nalgas. En esa postura él me estaba abrazando completamente, su camiseta rozaba mi pecho y sentía cómo soltaba una risita suave por encima de mi cabeza...

- “Vaya hormonas... Ya estás tan cachondo?” - me soltó riéndose. Y entonces me di cuenta de que se me estaba poniendo dura!! Le pegué un empujón y me encerré en el cuarto de Javi, avergonzado. Ahora sí que estaba confuso... ¿Tanto me había gustado que Oscar me acariciara?

Me puse el pijama, pensando en volver a mi casa al día siguiente. Me lo estaba pasando muy bien, pero no era capaz de volver a mirar a Oscar a la cara... ¿A qué venía eso de sobarme el culo? ¿Se reía de mí porque sabía que era un crío sin experiencia?

Me tumbé en el sofá de la habitación y me puse a ver la tele (aunque era una de estas rancias, pequeñas y con sólo 5 canales...). Entonces entró despacito Oscar. - “¿No vas a bajar ni a cenar?

-“No tengo hambre.” - le respondí, sintiendo que estaba completamente rojo. Y encima era mentira! Me moría de hambre!

- “Pues te he traído algo de la cena, por si querías.” - Apoyó un plato en la mesilla, y se puso a enrollar los espaguetis con el tenedor. En vez de pasarme el plato, me ofreció a la boca el tenedor con la pasta enrollada. Y yo, como un bobo, simplemente abrí la boca y dejé que me lo diera... Qué buenos!

Se sentó a mi lado y me dio otro pinchito de pasta, pero cuando me iba a dar el tercero me lo retiró de los labios cuando justo iba a comérmelo. ¡Qué frustrante!

-“Si quieres que te lo dé, tendrás que darme algo a cambio” - me dijo muy serio. Yo le miré desconcertado, y para cuando quise darme cuenta tenía sus labios sobre los míos. Se separó en seguida, y con una risita se relamió los labios, y dijo “sabes a tomate”.

Dejó el plato en la mesilla, y me agarró por los hombros. Yo no sabía que hacer, tenía unas ganas terribles de huir, pero me sentía paralizado. Sólo se me ocurrió decir la típica chorrada “¿Qué vas a hacer?”

- “Follarte”-

Me agarró por la cintura, me levantó del sofá y me tiró en la cama. Yo me giré asustado, pero él se echó sobre mí, aprisionándome boca abajo contra el colchón. Había sido una mala idea el intentar huir, porque de todas formas seguía besándome el cuello, y encima tenía mi culito a su disposición. Empezó a acariciármelo, mientras con el otro brazo me sujetaba. Giré la cabeza para protestar, pero me besó, y terminó metiendo su lengua dentro de mi boca. Nunca me habían besado así, y aunque me sentía forzado, tenía que admitir que era un beso increíblemente bueno. Y esas manos agarrándome el culo, colándose entre los muslos para presionarme los huevos... Empecé a sentirme realmente excitado, mareado... Me tumbó boca arriba, me levantó la camiseta y se puso a acariciarme el vientre, y a pellizcar mis pezones. Yo ya no me resistía, me sentía completamente aturdido, y no dejaba de temblar cada vez que sus dientes rodeaban mis pezones.

Sin darme cuenta, me había puesto a gemir. El muchas veces subía hasta mi cara para besarme, para susurrarme al oído que yo era una zorrita, que llevaba esperando esto mucho tiempo, que pensaba metermela bien fuerte y romper ese precioso culito mío... Y yo simplemente fingía resistirme, cuando en el fondo tenía ganas de que siguiera y realmente me follara.

Con un par de bruscos tirones, me dejó completamente desnudo. Me sentía increíblemente avergonzado, y más cuando me agarró de los muslos y me abrió bien las piernas, para poder contemplarme a sus anchas. Me entró tanta vergüenza que me cubrí la cara con el brazo, mientras rezaba mentalmente para que dejara de mirarme y se tumbara sobre mí. Pero me agarró de las muñecas para que mi cara quedara a la vista, y me dijo: “Tienes que dejarme ver tu cara... Se te ve tan caliente...” Y llevó mis manos hasta mi miembro, que lucía completamente erecto. “Mastúrbate para mí, cachorrito.” ¿Quéee? ¿Esperaba que yo me pusiese a jugar para excitarle? Al principio me negué, pero como me seguía mirando con esos ojos suyos tan excitantes y sabía que no seguiría si no lo hacía, me puse a acariciarme para él. Y cuando había empezado a cogerle gusto a la situación, me detuvo, para sustituir mis manos por su lengua.... ¡Casi me muero de gusto! No dejaba de mirarme, mientras recorría mi pene con su lengua experta, provocando que me retorciera de placer y gimiera su nombre desesperado.

Cuando bajó su lengua hasta la entrada de mi culo me recorrió un escalofrío, mezcla de miedo y de ganas... No me sentía preparado para lo que eso suponía! Después de lamerlo un rato y jugar a forzarlo con la lengua, me metió un dedo... Yo me puse a suplicarle que parara, que no podía hacerme eso... Se irguió para alcanzar mi cara, me hizo callar con sus labios, y colocó su enorme verga en mi agujerito... Sentí un dolor increíble, mientras podía notar cómo sus labios formaban una sonrisa contra la piel de mi cuello... El muy cabrón se lo estaba pasando de lo lindo!

Al principio fue un poco brusco, pero con el tiempo acabé acostumbrándome, y terminé disfrutando bastante. Fue una primera experiencia increíble, y seguí teniendo alguna que otra experiencia con él, porque siempre conseguía humillarme y excitarme al mismo tiempo... y eso es algo que me encanta.

El Autor de este relato fué Cachorrito_21 , que lo escribió originalmente para la web https://www.relatoscortos.com/ver.php?ID=14068&cat=erotico (ahora offline)

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